¡No es solo VON WERNICH… es toda la institución! (Sobre la condena judicial a un cura fascista y genocida en Argentina)

14.Oct.07    Apuntes para el debate
   

El genocida Christian Von Wernich, ex capellán de la Policía bonaerense en el período de la última dictadura militar, es el primer integrante de la Iglesia católica apostólica argentina condenado a reclusión perpetua por crímenes de lesa humanidad. En este artículo la autora, integrante de HIJOS (de desaparecidos), regional La Plata, y de nuestra Cátedra Che Guevara analiza el vínculo de este genocida con la institución.


El genocida Christian Von Wernich, ex capellán de la Policía bonaerense en el período de la última dictadura militar, es el primer integrante de la Iglesia condenado a reclusión perpetua por crímenes de lesa humanidad.
El Tribunal federal Nº 1 de La Plata determinó su responsabilidad en la comisión de siete homicidios triplemente calificados, Y 34 secuestros y tormentos. El fallo condenatorio de Carlos Rozanski, Norberto Lorenzo y Horacio Insaurralde fue inscripto “en el marco del genocidio cometido en la República Argentina entre los años 1976-1983″.
Los jueces atribuyeron al cura un rol operativo en el sistema de represión ilegal que funcionó en la provincia de Buenos Aires durante la gestión del ex jefe de Policía, coronel Ramón Camps.
Von Wernich fue hallado culpable de coautoría de los asesinatos de Domingo Moncalvillo, Cecilia Idiart, María Magdalena Mainer, Pablo Mainer, Liliana Galarza, Nilda Salomone y María del Carmen Morettini.

VIDA Y OBRA

Christian Federico Von Wernich nació en San Isidro (Pcia. de Bs. As) en 1938, y pertenece a una acaudalada familia de la ciudad de Concordia, donde realizó sus primeros estudios.
En su juventud se trasladó a California (Estados Unidos), donde permaneció un tiempo, aprendió inglés y estudió administración de empresas.
Su ordenación sacerdotal a los 38 años, fue una verdadera sorpresa, porque había transitado por varios seminarios y más de un obispo se había negado a ordenarlo, entre ellos Tortolo en Paraná, resultando claro que su personalidad fastuosa y frívola, no los convencía.
Quién se decidió a conferirle el sacramento del orden fue el Obispo de 9 de Julio, Alejo Guilligan, por esa razón recaló en esa diócesis, que no era la de origen.
Compañero de promoción de Camps (durante su preparación como policía), fue nombrado para desempeñarse como capellán policial en 1976, con el grado de oficial subinspector.
Fue visto en varios Centros Clandestinos de Detención, y según los testigos obtenía información de los detenidos para utilizarla en el aparato de represión ilegal; “un investigador con sotanas”, como caracterizó un querellante.

LA TEORÍA DE LA INFILTRACIÓN MARXISTA

Las Fuerzas Armadas, históricamente autoproclamadas “custodia de la identidad nacional”, entraron en acción y agitaron el fantasma de la infiltración marxista no solo en la Iglesia sino en la sociedad toda. A partir de allí, y Escuela Francesa y Doctrina de Seguridad Nacional de por medio, los milicos comenzaron a justificar la necesidad de la lucha anti-subversiva, llamado al que respondió rápidamente el nacionalismo católico.
Todo esto llevó el mito de la “Nación Católica” hasta sus últimas consecuencias, es decir, se equiparó la defensa de la Nación con la defensa de Dios.
Lo destacable es que fue el integrismo católico el que proporcionó a los militares un argumento de tipo religioso que no solo justificaba su intervención, sino que la ubicaba, por encima de los imperativos legales, en el horizonte de “una guerra santa”.

LA IGLESIA ES UNA SOLA

Von Wernich no es un caso aislado. En este cínico capellán se puede divisar uno de los más funestos engranajes de la brutal maquinaria del horror de la última dictadura, la que abarca desde el circuito de la tortura, desaparición, violaciones, apropiaciones de bebés, asesinatos, etc., hasta la implantación del terror en cuerpos y espíritus de la mano de la Iglesia que fue cogobierno del golpe de Estado.

Muestra de esto es la participación que tuvieron durante la dictadura personajes como:
_Monseñor Adolfo Tortolo: Vicario Castrense y amigo y consejero de Videla y Agosti.
El mismo 24 de marzo de 1976 se reunió con la cúpula de las tres armas afirmando que: “si bien la Iglesia tiene una misión específica, no puede dejar de participar en problemas que hacen al orden del Estado”.
_Monseñor Emilio Grasselli: integrante del Vicariato Castrense.
Recibía a miles de familiares de detenidos desaparecidos, elaborando luego de las visitas fichas de los denunciantes (cerca de 2.500 según dijo el mismo Grasselli en su testimonio en el Juicio a las Juntas) y las compartía con el Ministerio del Interior, con la Policía y con los Comandos del cuerpo del Ejército.
_Monseñor Antonio Plaza: cercano a los gobiernos conservadores de la Pcia. de Bs. As., en los ’30 a la Fusiladora por su amistad con Lonardi, y a Frondizi para obtener favores en el ámbito de la educación privada. Amigo de Camps, fue nombrado capellán mayor de la PBA durante la dictadura. Entregó a su sobrino Juan Domingo Plaza a la represión, quién fue visto en la ESMA y aún continúa desaparecido. Visitaba los CCD del circuito. Fue el único obispo que defendió la ley de auto admistía del ’82 como norma evangélica.
Entre otros también se encontraban Victorio Bonamín, Octavio Derisi, Miguel Medina, Antonio Basseoto, Emilio Ogñenovich, Guillermo Bolatti….todos éstos, partes del todo que compromete integralmente a una Institución profundamente reaccionaria: La Iglesia Católica Argentina.

NI CÓMPLICE, NI TRAIDORA…

La Iglesia fue PARTÍCIPE NECESARIA DEL GOLPE TERRORISTA.
La desaparición, detención y asesinato de miles de militantes del campo popular perpetrado por la dictadura genocida llevaba un claro objetivo: desarticular toda forma de resistencia e imponer mediante la derrota física e ideológica un conjunto de profundas transformaciones neoliberales y reaccionarias en la sociedad argentina.
La Iglesia Católica no fue ajena a esta cruzada, ni mucho menos un tímido espectador.
Una línea certera recorre su participación activa en la implementación de este “proceso”.
Una línea articulada por un cúmulo de intereses entre iglesia, ejército, empresarios, torturadores reaccionarios y tecnócratas liberales, defendiendo sus intereses de “clase burguesa dominante”.

UN GENOCIDA MENOS EN LIBERTAD!

Con esta sentencia se logró que otro genocida pase el resto de su vida en prisión.
La necesidad de la continuidad de los juicios es urgente. La importancia de que se comience a juzgar por centros clandestinos y no por represores individuales es fundamental considerando, por un lado, la edad de los genocidas, y por el otro que no se puede dejar pasar otra treintena de años más de impunidad. En la ciudad de La Plata ya existen causas abiertas por centros de detención clandestina, donde están: la Comisaría 5ta.; Brigada de Investigaciones La Plata; Pozo de Quilmes; Pozo de Banfield; La Escuela Naval. Las causas también son por lugares donde hubo muchos desaparecidos, como es el caso de Astilleros Río Santiago. De esta manera, a través de un común denominador, se puede tomar la mayur cantidad posible de casos de víctimas, por la mayor cantidad posible de represores.
La continuidad de esta pelea es por la verdad, por la reivindicación de la lucha política por la toma del poder, o sea, la identidad militante de todos los desaparecidos, y para que la sociedad no desconozca un pasado que sigue condicionando al presente.
Presente en donde la continuidad del esquema represivo es palmaria: la fuerzas de seguridad de los gobiernos que se sucedieron desde 1983 hasta hoy, asesinan diariamente miles de personas por gatillo fácil, en su mayoría jóvenes de entre 15 y 25.
Presente en el que los luchadores populares son perseguidos, amenazados y hasta “chupados” por grupos operativos en actividad.
Presente en el cual las cárceles y comisarías han eclosionado por el endurecimiento de la legislación procesal, y siguen siendo depósitos de personas sin el menor respeto de sus derechos y garantías.
Todo esto sucede abalado por este gobierno de “los derechos humanos”, el que utiliza el auto-bombo para hacer solo efectismo político con un doble discurso, el cual al presidente Kirchner se le está cayendo por sus enormes contradicciones.
Seguir adelante con los juicios es también por Julio López. Con un nuevo desaparecido, mucho más hay que seguir luchando para que esto no vuelva a suceder.