Yo no podía creer semejante asimetría entre lo que se hacía en la práctica y lo que se pensaba en filosofía. En las veinticuatro horas que duró el viaje de regreso en autobús de Santiago a Buenos Aires, me planteaba una y otra vez la misma pregunta: ¿Cómo esta gente tuvo y tiene tanta valentía y heroísmo para enfrentar a Pinochet en las cárceles y mazmorras del régimen y, cuando se expresan en el plano teórico, repiten los mismos lugares comunes y las mismas fórmulas disecadas de lo más rancio de la burocracia soviética?
Al volver a la Argentina, se me ocurrió escribirles y enviarles algunos trabajos e investigaciones sobre la filosofía del marxismo desarrollados desde una perspectiva crítica de aquella ya por entonces corroída ortodoxia. Apelando a la célebre formulación de Mariátegui, a esos materiales los titulé: Ni calco ni copia. Apuntes para repensar la filosofía del marxismo.