Bien se ha dicho que las grandes crisis podrían aunque no obligatoriamente- ponerle fin al sistema capitalista, al tiempo que tienen la virtud de resucitar al viejo Marx con una sonrisa en los labios y devolverle actualidad al socialismo; en este caso no precisamente al socialismo irreal que fracasó, pero si a un socialismo libertario y participativo.
Eso está pasando en la actualidad. La presente crisis estadounidense equivale a la crisis del centro del mundo; esto es, a la crisis del centro del capitalismo y de todo el sistema imperialista mundial; y ella se perfila como la de mayor fuerza expansiva y de mayor profundidad en toda la historia del capitalismo, pues dados los altísimos niveles de globalizaciónmundialización del sistema, tiene un enorme poder de arrastre.
En diciembre de 1999 a raíz de la publicación de mi libro Rearmando la Utopía.-Del neoliberalismo global al nuevo socialismo mundial señalé:
A las puertas del nuevo milenio precisamente el capitalismo actual arrastra consigo una de las crisis estructurales mas profundas y prolongada de su existencia Estamos frente a una crisis que estremece la civilización humana y avanza en medio de la globalización neoliberal, de las privatizaciones y de la financierización del capitalismo hacia una gran y multifacética crisis global
En su vertiente económica es esencialmente otra crisis de sobreproducción, otro choque brutal entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación del producto del trabajo; ahora usurpado por la especulación financiera y la propiedad altamente concentrada (pag. 129).
Esa tendencia no se hizo esperar, más bien se desplegó en los últimos 9 años hasta alcanzar su madurez actual.
La reestructuración neoliberal, la desregulación de la economía, la liberalización de los mercados, la financierización del sistema capitalista, la privatización de lo público y lo social, la conquista militar de las áreas ricas en recursos naturales estratégicos, las nuevas guerras imperialistas, la globalización con esa impronta egoísta y destructiva como respuesta de las elites capitalistas a la crisis estructural de final de siglo XX, si bien disparó de nuevo a su favor ganancias y riquezas, revirtió esa crisis contra el resto de la humanidad, la transformó en una crisis de existencia del planeta y sus habitantes.
En el centro de esa reestructuración perversa se situó EEUU, provocando la conversión de su otrora poderosa economía productiva en un enorme sistema especulativo- parasitario, en un mega-mercado alimentado por una fiebre consumista sin precedente en la historia de la humanidad y en una economía de guerra insostenible a mediano plazo.
En los últimos 30 años convergieron en esa sociedad diversas crisis hasta provocar la grave e insoportable situación actual.
Los datos- como dice Hedelberto López Blanch- hablan por sí solos: La cuenta corriente de la balanza de pago que contabiliza los intercambios de mercancías y servicios con el exterior alcanzó en 2007 un déficit superior a 750 000 millones de dólares, o sea, 5,6 % de su PIB. La deuda externa de Washington, desde la llegada de Bush al poder, creció más de un 50 % y a finales del pasado año se ubicaba en 9 billones de dólares que representa el 65 % del PIB. El déficit fiscal del gobierno federal se situará a fines de 2008 en 2 % contrariamente al superávit de 2,5 % dejado al término de la segunda administración de William Clinton. La deuda total estadounidense (pública, empresarial y personal) llegaba a los 48 billones de dólares: más de tres veces el PBI norteamericano y superior al Producto Bruto Mundial.(La enferma economía estadounidense.-Rebelión)
Las guerras en Irak y Afganistán, por demás, han costado 900 mil millones de dólares y una nueva solicitud de otros 600 mil.
EL desplome financiero tenía que venir y llegó con un incontenible poder expansivo a escala mundial. El sistema es único y global y su centro esta metido en un gran atolladero: hacia él se devolvió la crisis de existencia planetaria que provocaron las nefastas recetas neoliberales.
El germen de la destrucción, que según Marx el capitalismo lleva dentro de sí, se ha potenciado. La humanidad no tiene futuro por esa vía. Caos económico inicial y devastación social son realidades ya presentes.
Pero las grandes crisis tienen generalmente diversas salidas y la que hoy agobia a la humanidad y llena de pánico a la gran burguesía mundial y a las partidocracias gubernamentales, podría dar lugar a una recomposición del capitalismo por caminos diferentes al neoliberal, o generar un intenso y prolongado caos, o servir de punto de partida para un nuevo tránsito revolucionario hacia un orden social y político alternativo al capitalismo actual: hacia un nuevo socialismo.
Los(as) revolucionarios(as) del mundo debemos apostar a esta última opción, teniendo siempre presente que el capitalismo es como el caimito: no se cae por si solo: hay que tumbarlo y reemplazarlo. Nuestra América orgullosamente ha comenzado a dar los primeros pasos en esa dirección. Es hora de acelerar el paso.