Cátedra Che Guevara - Colectivo AMAUTA

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El Che, la primacía de la política y la vanguardia (Ponencia al SEMINARIO GUEVARISTA INTERNACIONAL)

Gustavo Franquet (Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón) :: 03.06.08

En esta ponencia al SEMINARIO GUEVARISTA INTERNACIONAL Gustavo Franquet, integrante de la CTD Anibal Veron de Argentina, intenta demostrar el papel fundamental de la noción de “vanguardia” en el pensamiento político del Che Guevara y el lugar central que en él ocupa la dimensión política (a contramano de sus detractores y tergiversadores reformistas).

Georg Lukács, en Historia y Conciencia de Clase, comenta la expresión de Engels sobre el comunismo como “salto del reino de la necesidad al reino de la libertad”; dice que Engels se refiere al estadio posterior a la realización completa de la revolución social; y se pregunta “si es siquiera pensable –por no decir realizable socialmente– un estadio que no haya sido preparado por un largo proceso que actúe hacia él. Un proceso que haya contenido –aunque sea en una forma inadecuada, necesitada de mutaciones dialécticas– los elementos de aquel estadio y los haya desarrollado”. Para que la práctica del proletariado sea transformación (revolucionaria) de la realidad –dice–, es de máxima importancia que su conciencia sea capaz de “identificar el paso al que objetivamente tiende la dialéctica del desarrollo histórico (sin ser capaz de darlo por su propia dinámica)”; “la acción del proletariado –dice– no puede ser nunca más que la realización práctica (de ese) paso”, y destaca que Lenin redescubre esta cuestión del marxismo, mediante su repetida invitación “a aferrar con toda energía el ‘eslabón inmediato’ de la cadena histórica del que depende en el momento dado el destino de la totalidad”.
Por su parte, en el artículo “La planificación socialista, su significado”, el Che polemiza con Charles Bettelheim, quien sostenía que las relaciones de producción en Cuba no correspondían con el desarrollo de las fuerzas productivas, y desde allí, objetivamente, cuestionaba la existencia misma de la revolución cubana. Allí, el Che nos entrega sintetizados algunos de los elementos centrales de su concepción: “Las esperanzas en nuestro sistema van apuntadas hacia el futuro, hacia un desarrollo más acelerado de la conciencia y, a través de la conciencia, de las fuerzas productivas…; Bettelheim…(dice que) la conciencia… es un producto del medio social y no al revés… eso es absolutamente cierto, pero… en la época del imperialismo, también la conciencia adquiere características mundiales. Y… es el producto del desarrollo de todas las fuerzas productivas del mundo y el producto de la enseñanza… (de) los países socialistas sobre las masas del mundo. En tal medida, debe considerarse que la conciencia de los hombres de vanguardia de un país dado, basada en el desarrollo general de las fuerzas productivas, puede avizorar los caminos… para llevar al triunfo una revolución socialista… aunque… no existan objetivamente las contradicciones entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción que harían imprescindible o posible una revolución (analizado el país como un todo único y aislado)”.

Así pues, el Che:
1) Ubica su análisis en el marco de las formaciones sociales prevalecientemente capitalistas. La forma de producción cuyas contradicciones constituyen el resorte de la crisis revolucionaria es el capitalismo mundial, pero dicha crisis se produce, en determinadas circunstancias, en el seno de las formaciones sociales particulares (en especial en los “eslabones débiles”). En otro articulo, citando a Lenin (fuente de todo este desarrollo conceptual), el Che fundamentará este fenómeno en “la desigualdad del desarrollo económico y político,… ley absoluta del capitalismo”.
2) Establece dos características fundamentales del mencionado proceso hacia el “reino de la libertad”:
La conciencia como factor primordial para el necesario desarrollo acelerado de las fuerzas productivas.
Existe siempre una vanguardia, que es la que está en condiciones de: percibir las características del “paso” que la dinámica histórica no puede dar librada a su desarrollo espontáneo; pulsar en los elementos del “reino de la libertad” presentes en los actuales procesos, y dar los pasos necesarios para desencadenar la transición.
3) Sobre ambas conclusiones apoya tanto su creencia en las posibilidades de éxito en la lucha por el poder, como de iniciar, después de la toma del mismo, la construcción del socialismo.

La primacía de la política

Excede los marcos de este trabajo la muy lúcida postura del Che respecto a la transición socialista y el papel de la conciencia en la misma, si bien su reflexión sobre esa cuestión está íntimamente ligada al desarrollo de sus concepciones atinentes al papel de la vanguardia en la lucha revolucionaria, tema en que nos concentraremos; bástenos mencionar, justamente, la gran coherencia de su pensamiento y cómo es esa misma coherencia la que signa su derrotero histórico de la Sierra Maestra al Ministerio de Industrias de Cuba y, de allí, a la selva boliviana.
Como decíamos, sus preocupaciones teóricas respecto de la política revolucionaria para la toma del poder se sitúan primordialmente en el plano de las formaciones sociales: “Nunca –recuerda– se puede desligar el análisis económico del hecho histórico de la lucha de clases”; así, el choque entre las relaciones de producción y el desarrollo de las fuerzas productivas “no es mecánicamente determinado por una acumulación de fuerzas económicas, sino que es una suma cuantitativa y cualitativa: acumulación de fuerzas encontradas desde el punto de vista del desarrollo económico, (y) desbordamiento de una clase por otra, desde el punto de vista político e histórico…”
El Che asume como propia la revolución teórica leninista. Entiende que, a diferencia de la tradicional concepción de Marx del “período de transición como resultado de la transformación explosiva del sistema capitalista destrozado por sus contradicciones”, en los países “que se desgajan del árbol imperialista (‘ramas débiles’)… el capitalismo se ha desarrollado lo suficiente como para hacer sentir sus efectos… sobre el pueblo, pero no son sus propias contradicciones las que… hacen saltar el sistema”. El sistema ahora es mundial, el imperialismo, y su forma predominante es la del capital concentrado, monopólico; ya no existen posibilidades de que se desplieguen libremente todas las potencialidades y las contradicciones del capitalismo en el interior de un país, las que quedan subsumidas y alteradas. Son contradicciones de otro tipo las que dan la condición de posibilidad de los procesos revolucionarios en los países dependientes; por ejemplo, “al desarrollarse –dice el Che– las relaciones de explotación, no solamente entre los individuos de un pueblo, sino también entre los pueblos”, o al “considerarse las características de la época actual cuya contradicción fundamental (en niveles mundiales) es la existente entre el imperialismo y el socialismo.”
Toma forma un concepto propio de la situación revolucionaria, por parte del Che. Analicemos aún dos aspectos:
— El concepto clásico de la relación dialéctica entre relaciones de producción y fuerzas productivas dice que éstas últimas al desarrollarse hacen estallar aquellas, cuando traban dicho desarrollo; en el marco imperialista, esta situación estaría dada por definición ya que todo el potencial de las fuerzas productivas de la mayor parte del mundo está constreñido a avanzar (o a retroceder) al ritmo de las necesidades del desarrollo capitalista en un grupo minoritario de países centrales; las fuerzas productivas de los países que albergan a la abrumadora mayoría de los seres humanos del planeta, aplastadas por las relaciones de producción impuestas por una ínfima minoría parásita. Como ha dicho Fidel: “Marx concibió el socialismo como resultado del desarrollo. Hoy para el mundo subdesarrollado el socialismo ya es incluso condición del desarrollo.”
— El segundo aspecto es clarificar los elementos que permitan definir la crisis revolucionaria, ese momento de “desbordamiento de una clase por otra”.
Y la situación de crisis puede presentarse de dos maneras:
Una es estrictamente en el marco de la producción y reproducción capitalistas y sin abandonarlo; al reproducirse el capitalismo genera “puntos de ruptura que pueden manifestarse como crisis económicas”; la economía se sanea, los trabajadores pagan el precio y el mecanismo vuelve a funcionar. “El cambio histórico, en consecuencia,… implicará siempre una toma de distancia (para con las estructuras), una ruptura que sólo puede ser producida y comprendida a partir de la práctica política”. (J. P. Feinmann)
Otra, la clásicamente definida por Lenin, básicamente en “El fracaso de la 2ª Internacional” y en La enfermedad infantil del comunismo, se extiende por el cuerpo de la formación social y en él se realimenta.
Pero, siguiendo con Lenin, lo que hace la diferencia entre la situación revolucionaria y la crisis revolucionaria es el accionar del partido revolucionario “como vanguardia unida y partícipe de la clase”, accionar que define “la capacidad de la clase revolucionaria de llevar a cabo acciones de masas lo suficientemente vigorosas como para debilitar al gobierno, cuya caída no se producirá jamás, aún en época de crisis, sino se la provoca”.
Ahora bien, como Lukács plantea, “Lenin ha mostrado… que no hay situación alguna que en sí y por sí carezca de salida… el capitalismo (nosotros agregaríamos que con más razón en su etapa imperialista) descubrirá siempre posibilidades de solución ‘puramente económicas’; la cuestión es… si esas soluciones podrán… imponerse,… (en) la realidad de la lucha de clases;… siempre (le) son imaginables salidas,… el que sean realizables depende del proletariado. Es… (su) acción lo que ha de cerrar al capitalismo la escapatoria de la crisis;… (las) ‘leyes naturales’ (de la economía) no determinan más que la crisis misma. Pero la acción no obstaculizada de esas leyes… no llevaría… a la transición al socialismo, sino que, pasando por un largo período de crisis, guerras civiles y guerras mundiales imperialistas,… conduciría ‘a la catástrofe simultánea de las clases en lucha’, a una nueva barbarie”.
Así, en pleno siglo del imperialismo, el Che nos dice que ésta es la era de las revoluciones: las condiciones materiales están suficientemente dadas, las muestras de la barbarie a la que nos conduce el capitalismo demasiado vívidas y dolorosas. Lo que queda es el campo de la política: “Las condiciones objetivas para la lucha están dadas por el hambre del pueblo, la reacción frente a ese hambre, el terror desatado para aplazar la reacción popular y la ola de odio que la represión crea. Faltaron en América condiciones subjetivas de las cuales la más importante es la conciencia de la posibilidad de la victoria por la vía violenta frente a los poderes imperiales y sus aliados internos. Estas condiciones se crean mediante la lucha armada que va haciendo más clara la necesidad del cambio (y permite preverlo)…”, “… faltaban algunos factores subjetivos importantes; el pueblo tenía conciencia de la necesidad de un cambio, faltaba la certeza de su posibilidad. Crearla era la tarea…”. “No siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución; el foco insurreccional. puede crearlas.” (Segunda de las “tres aportaciones fundamentales (de) la revolución cubana a la mecánica de los movimientos revolucionarios en América”.) “De estas tres… las dos primeras luchan contra… otros que se sientan a esperar a que, en una forma mecánica, se den todas las condiciones objetivas y subjetivas necesarias, sin preocuparse de acelerarlas.” “Lenin… llegó a la conclusión de que el paso de una sociedad a otra, no era un paso mecánico, que las condiciones podían acelerarse al máximo, mediante algunos catalizadores.”
Insistimos en que el Che distingue claramente entre el marco de las condiciones materiales, estructurales (fuerzas productivas/relaciones de producción), al que ve ‘globalizadamente’ y cree suficientemente maduro para un cambio revolucionario; y el marco de las condiciones objetivas y subjetivas para la revolución, analizables en las concretas formaciones sociales y preocupación central de las voluntades contrapuestas que luchan por el poder. Este es el marco de lo que Feinmann, basándose en el Marx de Contribución a la Crítica de la Economía Política, llama “lo concreto”: “Para nosotros, los condicionamientos estructurales no son concretos sino materiales, pues lo concreto es la práctica política en tanto suma compleja de determinaciones”…
El enemigo se esfuerza por retrasar las condiciones para una salida revolucionaria, por destruirlas; los revolucionarios, dice el Che, por acelerarlas, por crearlas; pero, ¿cuál es el factor determinante alrededor del cual giran las voluntades políticas? Las masas, el pueblo, los trabajadores, el proletariado.

La vanguardia revolucionaria y las masas

“La guerra de guerrillas es una guerra del pueblo, es una lucha de masas…, sin el apoyo de la población… (el) desastre es inevitable.” “…¿qué es una revolución?… no es nada más, pero tampoco nada menos, que un pueblo que ha entrado en revolución, y que está muy firmemente dentro de ella.” “… la verdad incontrovertible de que, en definitiva, contra el pueblo no se puede vencer. Quien no sienta esta verdad indubitable no puede ser guerrillero.” “Los hombres de la Revolución deben ir concientemente a su destino, pero no es suficiente…, es necesario también que el pueblo entero de Cuba comprenda exactamente cuáles son todos los principios revolucionarios.”
Sirvan estas citas como ejemplo de la permanente preocupación del Che por remarcar que el sujeto histórico es el pueblo, pero también que ese pueblo necesariamente debe, para ser sujeto, ser conciente. Y ello es así al punto de que define al socialismo como el desarrollo de la producción y, precisamente, la conciencia, concepción que derivará en la del Hombre Nuevo.
Lukács formula que “la diferencia cualitativa entre la última crisis capitalista, su crisis decisiva, y las crisis anteriores,… reside… en el hecho de que el proletariado deja de ser el simple objeto de la crisis…”
Ahora bien, ¿cómo se arriba a ese protagonismo y a esa conciencia?
En un primer momento, “aquí fue la vanguardia la que fue desarrollando, la que fue llevando al pueblo,… dirigiendo a nuestro pueblo, dándole las lecciones de dignidad, de espíritu de sacrificio, de bravura, que hemos tenido que dar…”, cumpliendo las ideas de Lenin respecto de que a partir de la existencia de una vanguardia que tomara el poder con las reivindicaciones de los trabajadores y una idea clara de adónde ir “se podía avanzar y quemar etapas…”, aunque haciendo la salvedad de que “nosotros no empezamos… con todos los pasos previstos, como producto lógico de un desarrollo ideológico que marchara con un fin determinado; las verdades del socialismo, más las crudas verdades del imperialismo, fueron forjando a nuestro pueblo y enseñándole el camino que luego hemos adoptado concientemente”.
Pero, ¿cual es la actitud que debe guiar a la vanguardia en el obvio relacionamiento con el pueblo que la lleva a constituirse como tal?
“La maduración del partido, su consolidación externa e interna –dice Lukács–, no se realiza… en el vacío del aislamiento sectario, sino en medio de la realidad histórica, en interacción dialéctica ininterrumpida con la crisis económica objetiva y con las masas revolucionadas por ésta.” Haciendo política, entonces.
Dice el Che: “…no llegar al pueblo (con) la moneda del saber o… de una ayuda cualquiera, sino como miembro revolucionario (de la vanguardia)”. “La actitud comunista frente a la vida es mostrar con el ejemplo el camino que hay que seguir; es llevar a las masas con el propio ejemplo, cualesquiera sean las dificultades a vencer en el camino. Quien puede mostrar el ejemplo…, sin esperar de la sociedad otra cosa que el reconocimiento… tiene derecho a exigir en la hora del sacrificio.” “…el ejemplo de las fuerzas rebeldes que ya habían demostrado ser mucho más que una ‘espina irritativa’ y cuya lección fue enardeciendo y levantando a las masas hasta que perdieron el miedo a los verdugos. Nunca antes,… fue para nosotros tan claro el concepto de interacción…” “…nosotros… parte del pueblo, hemos aprendido desde estos lugares de dirigencia, preguntando siempre al pueblo, no separándonos nunca de él…” “…la misión de (la vanguardia) es la de crear todas las condiciones necesarias para la toma del poder y no convertirse en meros espectadores de la ola revolucionaria que va naciendo en el seno del pueblo.”
Hay, entonces, que llegar al pueblo, meterse en sus luchas cotidianas, mostrarle la voluntad de ser vanguardia, ejemplo, de ser poder, educarlo con el ejemplo. Pero el Che va más allá: “¿Es que este pueblo ha hecho revolución porque es así? De ninguna manera. Este pueblo es así porque está en revolución… La primera receta para educar al pueblo,… es hacerlo entrar en revolución. Nunca pretendan educar un pueblo para que, por medio de la educación solamente,… aprenda a conquistar sus derechos. Enséñenle… a conquistar sus derechos, y ese pueblo, cuando esté representado en el gobierno, aprenderá todo…, y mucho más: será el maestro de todos…”
En la lucha, y en la interacción con la vanguardia, se da el proceso de toma de conciencia del pueblo, a la vez que la maduración de la Organización. La acción de la vanguardia, entonces, busca provocar la crisis política de la formación social, desde la realidad histórica de la misma (la que dictará los tiempos, los métodos principales y secundarios de lucha, la táctica y estrategia), no ya para debilitar y dividir al enemigo, ni siquiera para contar con la participación cuantitativa del pueblo, sino porque es allí donde se producen las transformaciones cualitativas en éste que son el basamento de la revolución, o, como sostiene el Che, la revolución misma.

Conclusiones

Si intentáramos resumir aún más lo ya considerado sobre el pensamiento del Che, diríamos que:
1.– La contradicción fundamental de este momento histórico es la que enfrenta mundialmente imperialismo y socialismo. Esto, y no un enfrentamiento entre bloques de naciones, es lo que se dirimía, más allá de la conciencia de los protagonistas, en el proceso que llevó al triunfo a las fuerzas revolucionarías cubanas, y esto es lo que se dirime en cualquier proceso antiimperialista: cualquier intento de construir una formación social con otro predominio que no sea el del modo de producción socialista, significa, más temprano que tarde, un retorno al redil imperialista.
2.– Las condiciones materiales para que los pueblos entren en la lucha antiimperialista y para iniciar el camino del socialismo están ya dadas. Las condiciones objetivas y subjetivas del primero de los dos procesos eran, para el momento en que se inició en Cuba (y el Che entendería que también en el resto de América Latina), suficientes; en todo caso, pasibles de ser creadas, “no todas”, por el impulso dado a las mismas por la vanguardia revolucionaria. A todo esto se agregará la necesidad de las revoluciones de extenderse a otros países para garantizar su viabilidad.
3.– La organización revolucionaria no sólo es un catalizador, un ejemplo colectivo e individual: es poder. En el foco guerrillero es desde el principio poder militar.

El progresismo “medio pelo” argentino tanto ataca como defiende al Che considerándolo “un símbolo del individualismo burgués, de la libertad mesiánica, del aventurerismo romántico, del heroísmo solitario, de la revolución sin masas”; nada más falso e insidioso: el Che fue y es uno de los más altos exponentes históricos del político revolucionario, un recreador lúcido del materialismo histórico. La estrategia que guió cada uno de sus pasos era totalmente coherente y sólida, por más que fuera, por lógica, falible. Ellos, funcionarios de sectores que hacen un credo del “sistema representativo”, justamente porque su “negocio” es “representar” a los trabajadores ante las oligarquías y a las oligarquías ante los trabajadores, son capaces de acusar al Che de elitista, cuando precisamente uno de los rasgos sobresalientes de su teoría y de su práctica política fue (como el más elemental análisis de todo el decurso de la revolución cubana lo prueba) el de crear las condiciones para un verdadero protagonismo de las masas.
¿Para qué, se preguntarán desde su paternalismo pequeñoburgués, “hacer entrar en revolución” al pueblo; para que prepararse para luchas “largas y cruentas”, si “nosotros” en representación del pueblo podemos solucionarlo?
Nada más lejos del Che revolucionario que el paternalismo, nada más lejos que renegar de sus propias responsabilidades históricas. El nunca sucumbió “al dilema burgués de fatalismo y voluntarismo”. El comprendió, como jamás aquellos que agitan a Marx en su contra o en contra de Lenin, que la “tajante separación organizativa entre la vanguardia y las masas no es más que un momento del proceso de desarrollo unitario, pero dialéctico, de la clase entera”.
Decir que el Che fue un gran político revolucionario no significa querer tapar al Comandante Guerrillero, en semejanza a lo que algunos quieren hacer con Walsh y otros, sino justo al revés: fue lo primero porque fue lo segundo y viceversa. Tampoco significa dejar de atender a los puntos a nuestro entender débiles de su concepción (excesivo peso del esquema de la experiencia cubana a la hora de abordar nuevas realidades, y más allá de las prevenciones en el discurso; desatención a la cuestión del desarrollo de la organización popular “espontánea” y “no espontánea”, su significado en el proceso de desarrollo de la conciencia de las masas, durante el proceso de la lucha revolucionaria; una posición variable en el tema de la relación entre “la montaña” y “las zonas urbanas” en Latinoamérica, con toda una problemática relacionada; etc.)
Todo esto no quita que, en lo que hace a sus detractores “progres”, valga la modificación de lo que Lenin dijo de Rosa Luxemburgo: el Che fue y seguirá siendo un águila; nunca voló a la altura de las gallinas y éstas jamás podrán elevarse a su altura.
Ni tampoco quita que siga siendo lo que Fidel lo llamó a la hora de la despedida: “El más extraordinario de nuestros compañeros de revolución”.


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