Cátedra Che Guevara - Colectivo AMAUTA

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Che Guevara: ¿Estatua y momia de museo o marxista indomesticable?

Néstor Kohan :: 09.04.08

En este artículo se analiza la síntesis biográfica, hasta ahora inédita, sobre los dos fundadores del comunismo revolucionario y de la filosofía de la praxis, Karl Marx y Friedrich Engels, redactada nada menos que por el principal continuador de sus ideas en Nuestra América. (A propósito de Marx y Engels. Una síntesis biográfica
de Ernesto Che Guevara [Bogotá, Ocean Sur, 2007])

Nos sigue sorprendiendo. Los escritos, apuntes, notas de lectura y cuadernos de estudio del Che constituyen un manantial inagotable. Año a año continúan apareciendo materiales inéditos que condensan y expresan la tremenda labor de investigación, lectura sistemática, erudición obsesiva y estudio persistente desplegados por Ernesto Guevara en los últimos años de su vida.
Luego de que conocimos su imperdible carta a Armando Hart Dávalos sobre los estudios de filosofía, los Apuntes críticos a la economía política y varios otros trabajos vinculados a su tarea de investigación teórica y formación de cuadros militantes, así como también sus numerosos cuadernos de lectura que iba completando entre batalla y batalla, luego de salir del Congo hasta llegar a Bolivia, pasando por Praga y Cuba, ahora nos encontramos frente a una nueva joya.
Se trata de una síntesis biográfica sobre los dos fundadores del comunismo revolucionario y de la filosofía de la praxis, Karl Marx y Friedrich Engels, redactada nada menos que por el principal continuador de sus ideas en Nuestra América.
Originariamente este texto estaba pensado como estudio introductorio y propedéutico a un futuro libro sobre economía política que el Che consideraba impostergable, debido a sus abrumadoras críticas realizadas al Manual de economía política, por entonces literatura “oficial” de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética.
Él mismo describe sus objetivos del siguiente modo: “Nuestro esbozo sólo cumple la función de introito a esta obra dedicada a personas que pueden no haber estado en contacto con la economía marxista, ni conocen las vicisitudes de sus fundadores” (pág.62).
Por si alguien tenía alguna duda de la perspectiva ideológica de Guevara, en todos estos materiales de lectura que van apareciendo año a año se confirma, una vez más, la dirección principal de las reflexiones teóricas y políticas que inspiraron la práctica militante e internacionalista del Che.
Contrariamente a tanto relato manipulador y comercial (1), que pretende construir a posteriori un Guevara militarista, pragmático y desideologizado que se vincula al mundo cultural del marxismo por razones oportunistas, coyunturales y como un tributo circunstancial al acercamiento de Fidel y la revolución cubana hacia la URSS, en todos estos papeles, manuscritos y ensayos hasta ahora inéditos, aflora un perfil netamente diferenciado y definido. En esta síntesis biográfica, Guevara emerge como un estudioso obsesivo hasta el detalle de la tradición marxista clásica y de sus principales obras teóricas. Se hunde hasta el cuello en sus fuentes originales, reproduce largos fragmentos de los clásicos, analiza, compara, no se conforma con los manuales tradicionales de divulgación que pululaban en aquella época y explora El Capital, los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 y otras fuentes clásicas…
En todos esos papeles, hasta hoy desconocidos, el Che indaga en el marxismo identificándolo como método de análisis, pero también como concepción del mundo e identidad política. Hasta donde hemos podido conocer y leer, en ninguna parte a Guevara se le ocurre reducir el marxismo a un simple método instrumental, compatible y utilizable por cualquier identidad política. Por el contrario, señala una y otra vez a Marx y a su compañero Engels como principales inspiradores de organizaciones revolucionarias de ideología comunista, sea en Alemania, sea en Inglaterra, sea en la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT, o Primera Internacional).
La biografía de Marx y Engels que redacta el Che no incluye descubrimientos o hallazgos nuevos sobre los dos revolucionarios que fundan nuestra tradición. Sirve más bien para poder observar qué le llamó la atención al Che y qué elementos teóricos y políticos destacó que para acceder a noticias desconocidas sobre Marx.
El objetivo central del Che consiste en popularizar, hacer una biografía “para principiantes”, para los no iniciados, aquellos que no manejan (todavía) el conjunto de la obra de Marx. La suya constituye una preocupación ineludible para cualquier revolucionario que pretenda difundir nuestro proyecto, ganar nuevos militantes e incorporar gente joven a la revolución.
La fuente principal que utiliza para encarar esta tarea de popularización es la mejor biografía de todas, la clásica de Franz Mehring (así lo aclara en pp. 25 y 62). Se trata del libro Karl Marx: Historia de su vida (2).
Mehring (1846-1919) pertenecía al ala izquierda del marxismo alemán. Althusser, por ejemplo, en su obra célebre Para leer «El Capital» lo ubica junto a Rosa Luxemburg, Gramsci, Lukács y al mismo Che entre los “izquierdistas” del marxismo. Muchas de las otras biografías que circulan sobre Marx se basan en la de Mehring. No obstante, Mehring no aborda manuscritos de Marx aparecidos después de la publicación de su biografía (1918), entre los que cabe destacar los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 o La Ideología alemana, ambos publicados en la Unión Soviética recién en 1932 por iniciativa del otro gran biógrafo, el erudito bolchevique David Riazanov.
Antes de publicar en 1918 su biografía, Mehring había editado en 1902 una compilación en tres volúmenes de escritos olvidados o inéditos de Marx y Engels, fechados entre 1841 y 1850.
Evaluando la biografía de Mehring, Guevara escribe: “El marxismo espera aún la biografía que complete el magnífico trabajo de Mehring con algo más de perspectiva y corrigiendo algunos errores de interpretación que éste sufriera” (pag. 62). A partir de estas consideraciones, el Che complementa la biografía de Mehring con la Correspondencia de Marx y Engels y con sus propias lecturas y estudios sobre la obra de Marx (3). Por ejemplo, en la pag. 23 de su biografía sobre Marx, el Che Guevara hace referencia a los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, texto que Mehring no pudo conocer pues se publicó posteriormente, en 1932, por inspiración de Riazanov (antes de que Stalin lo enviara a un campo de concentración…). Para entonces Mehring ya se había muerto. Si el Che lo incorpora a su biografía es porque lo leyó entonces por su cuenta (no es anecdótico ni secundario la tremenda importancia que estos Manuscritos de 1844 adquieren en el análisis crítico de la enajenación que el Che emprende en su carta de 1965 “El socialismo y el hombre en Cuba”). Lo mismo podría decirse de La ideología alemana (referencia que en la biografía aparece en pag.28), publicada en la URSS por Riazanov cuando Mehring ya había fallecido (4).
El único autor contemporáneo que el Che menciona (referencia en la página 28, nota al pie) es Louis Althusser. En su trabajo Guevara reproduce —sin pronunciarse, pues utiliza el potencial “Marx dividiría…”, “Marx sería…”— la tesis clásica del supuesto “corte epistemológico entre un joven Marx humanista y un Marx maduro y científico. El Che conocía de primera mano el pensamiento de Althusser (inspirador epistemológico, dicho sea de paso, de Charles Bettelheim, su contrincante en la polémica sobre la ley del valor, el cálculo económico y el sistema presupuestario de financiamiento durante la transición al socialismo). En su biblioteca personal que hoy conserva el Centro Che Guevara de La Habana se encuentra un ejemplar de Pour Marx (traducido al español por su discípula Marta Harnecker con el título La revolución teórica de Marx), meticulosamente anotado por el Che.
Por otra parte, en su artículo de febrero de 1964 “Sobre el sistema presupuestario de financiamiento” Guevara sienta posición sobre las tesis de Althusser. Allí afirma, sin ambigüedad: “En «El Capital» Marx se presenta como el economista científico que analiza minuciosamente el carácter transitorio de las épocas sociales y su identificación con las relaciones de producción […] El peso de este monumento de la inteligencia humana es tal que nos ha hecho olvidar frecuentemente el carácter humanista (en el mejor sentido de la palabra) de sus inquietudes. La mecánica de las relaciones de producción y su consecuencia: la lucha de clases, oculta en cierta medida el hecho objetivo de que son los hombres los que se mueven en el ambiente histórico” (5). Este pensamiento sobre El Capital resume, precisamente, la opinión central del Che diametralmente opuesta al planteo althusseriano (insistimos: base epistemológica de los argumentos de Bettelheim en aquella polémica, quien su autopostulaba como “científico” mientras acusaba al Che y a Fidel, en la típica jerga althusseriana, de ser… “ideológicos”).
De cualquier modo, la biografía sobre Marx y Engels del Che no abunda ni profundiza en El Capital ya que está pensada como una introducción a esa problemática. Los apuntes sobre la teoría del valor, el fetichismo y otros temas centrales vinculados a El Capital, el Che los volcó en sus Apuntes críticos a la economía política, así como también en su polémica con Bettelheim y Carlos Rafael Rodríguez sobre la transición.
En otro orden de cosas, llama la atención que en su biografía de Marx el Che designe a la filosofía del marxismo con el término “materialismo dialéctico” (referencias en pp.16 y 72). En otra ocasión hemos analizado las razones de ese empleo formal que no siempre corresponde con el contenido que Guevara le otorgaba a esta filosofía (6).
No deja de ser cierto que Mehring, tan ajeno al mundo cultural del DIAMAT de un Plejanov o un Kautsky, también utilizaba la misma expresión con un contenido diferente al de aquellos. Además el Che, aunque tenía en su biblioteca personal ejemplares de los Cuadernos de la Cárcel de Gramsci, publicados en Argentina durante la década del ’50 y comienzos del 60 por editorial Lautaro, no los había leído o al menos no los había anotado como solía hacerlo con otros libros consultados por él. Incluso György Lukács, un autor que el Che se llevó, leyó y anotó en Bolivia (el libro que Guevara estudió en la guerrilla de Bolivia y resumió es El joven Hegel. Problemas de la sociedad capitalista de editorial Grijalbo), tampoco logró eludir la terminología filosófica cuestionada por Antonio Labriola o Antonio Gramsci.
En términos filosóficos, también merece destacarse el párrafo de la biografía de Marx donde Guevara se queja afirmando que “aún hoy, cuando tantos partidos o grupos de izquierda esconden sus aspiraciones reales (o las que debían ser sus reales aspiraciones) tras una filosofía insípida o plena de «comprensión» hacia las capas «más sensatas» de las clases explotadoras, «El Manifiesto Comunista» puede ser firmado por cualquier revolucionario del mundo, sin temor a ser tachado de tibio” (p.34). Esa referencia crítica a la “filosofía insípida” es una clara alusión al “realismo sin fronteras” de Roger Garaudy y otros planteos reformistas similares que pretendían adornar para el mundo comunista occidental, con lenguaje filosófico, el reformismo pacifista de Nikita Jruschov, cuyo partido —el Partido Comunista de la Unión Soviética PCUS— preconizaba por entonces la posibilidad de acabar con el capitalismo y pasar al socialismo de forma paulatina, evolutiva y “sin guerra civil”, revolución ni toma del poder.
La crítica guevarista de índole filosófica al reformismo pacifista que por aquellos años ’60 eludía la cuestión acuciante de la estrategia dirigida a la toma revolucionaria del poder (antecedente remoto de algunos planteos hollowayanos…) vuelve a aparecer en la biografía sobre Marx, ahora en términos estrictamente políticos, cuando el Che analiza la posición de Marx sobre la Comuna de París (pp.56 y 57). Allí Guevara reproduce las cartas de Marx cuando éste recalca la ingenuidad de muchos comuneros que, según el principal inspirador de la Primera Internacional, “no quisieron desatar la guerra civil” para evitar derramar sangre… cuando en realidad esa postura terminó generando una tragedia mucho más sangrienta y dolorosa con el aplastamiento de la Comuna.
También en términos políticos Guevara hace referencias críticas a Lasalle en Alemania, a la cooptación de la clase obrera inglesa y también al revisionismo de Bernstein, pero quizás lo más interesante sea su balance de las razones por las cuales se disolvió la Primera Internacional: “su muerte se debió a la anemia provocada por falta de apoyo de los obreros organizados de Europa” (p.52). Este balance crítico del eurocentrismo (realizado desde el Tercer Mundo) y polémico con la cooptación de lo que se supondría debería ser “la vanguardia de la revolución mundial” pero en la práctica termina conformándose con las migajas del festín burgués, colonialista e imperialista, Guevara lo repite en sus Apuntes críticos a la economía política y también en su “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”. Por lo tanto sus proclamas tercermundistas, antiimperialistas y anticapitalistas al mismo tiempo (radicalmente opuestas a cualquier variedad de populismo), no fueron solamente una consigna de circunstancia sino el producto de una larga reflexión política y estratégica que alcanza —así lo demuestra esta biografía— hasta la misma obra y vida de Marx y hasta la historia del movimiento obrero europeo del siglo XIX.
Por último, y pasando ya a los detalles microscópicos, no pasa desapercibido que el Che, a la hora de reconstruir y divulgar la biografía de Marx, resalte que “toda su familia estaba impregnada de tradiciones hebreas” (p.15). Esto resulta importante por dos razones. Primero, porque algunos autores han subrayado esa formación cultural familiar cuando se trata de encontrar una genealogía para la teoría marxista del fetichismo (eje central de El Capital). ¿Contiene esta teoría rasgos y huellas del mensaje libertario y redentor de los primeros profetas judíos? Los teólogos de la liberación latinoamericanos, por ejemplo, han incursionado durante las últimas décadas —con documentos originales de Marx de primera mano, incluyendo sus innumerables manuscritos depositados hoy en el Instituto Social de Ámsterdam— en ese tipo de reflexión y abordaje. Segundo, quizás lo más importante en lo que a nosotros nos atañe. En la biografía clásica de Mehring se desdibuja hasta desaparecer y esfumarse, todo vínculo entre Marx y la tradición judía de su familia (pues su padre, por razones laborales y burocráticas, debió convertirse al cristianismo protestante para poder conservar el empleo). Vínculo que en cambio sí destaca y subraya en primer plano el otro gran biógrafo de Marx, el ya mencionado bolchevique David Riazanov.
Si Guevara no leyó a Riazanov y se apoya sólo en Mehring, ¿de dónde extrajo entonces esos juicios sobre el judaísmo de Marx? (Por ejemplo, aquel pasaje donde el Che escribe: “Toda su familia estaba impregnada de tradiciones religiosas hebreas. No fue pobre pero debió haber sentido las punzadas de los prejuicios raciales”.p.15).
La biografía de Marx y Engels redactada por el Che se cierra con… el máximo dirigente de la revolución bolchevique, por quien Guevara tenía profunda admiración. Escribe el Che: “Con su desaparición se cerraba un ciclo. Debía aparecer Lenin para iniciar otro más grandioso aún en sus efectos prácticos: la liberación del proletariado” (p.74).
Aunque en sus escritos vuelve una y otra vez a Lenin y le recomienda a sus compañeros de militancia “léanse hasta el último papelito que escribió Lenin”, Guevara no lo aborda en estas páginas biográficas, porque sería harina de otro costal. Sólo cierra su biografía de Marx con él.
Pero aunque no lo analice aquí, al morir el dirigente bolchevique sobrevino la disputa. ¿De allí en más Lenin se convertiría en una momia embalsamada, una estatua de mausoleo o seguiría siendo el inspirador vivo de futuras revoluciones?
En tiempos como los nuestros, al Che Guevara le sucede lo mismo que a Lenin. También él está sometido a un tironeo. No podía ser de otra forma, a menos que convirtamos a Ernesto Guevara en una estatua, en un monumento frío, en una pieza muerta de museo.
Acercándonos al Che como alguien vivo, indomesticable, eternamente rebelde y reacio a los homenajes oficiales e institucionales que le quitan todo contenido genuino a su vida, creemos que recorrer estas páginas biográficas de marxismo robadas al olvido resulta aleccionador. Sobre todo para las nuevas generaciones.
En medio de la clandestinidad, mientras forma militantes y cuadros revolucionarios para el futuro, se entrena, preparando nuevas rebeldías y organizando nuevas insurgencias, el Che dedica sus mejores horas al estudio en detalle de los clásicos del marxismo. ¿No será hora de seguir su ejemplo?

NOTAS:

(1) Entre esos relatos manipuladores habría que incluir los artículos y ensayos de Rogelio García Lupo, ex amigo de la revolución cubana y autor del libro Ultimas noticias de Fidel Castro y El Che (Buenos Aires, Vergara, 2007) donde se esfuerza por construir de manera caprichosa, arbitraria y contando historias a medias la fábula según la cual Fidel y el Che habrían sido prácticamente discípulos del peronismo. Lamentablemente este ensayista no es el único “ex” que ha incursionado en ese tipo de construcción de leyendas a gusto y piacere del buen consumidor (y de quien paga y vende esas ediciones comerciales…).

(2) Guiados por las mismas motivaciones del Che, y en su misma perspectiva política de lectura, hemos intentado popularizar El Capital de Marx, el resto de sus principales obras, así como también su biografía. Véase nuestro El Capital: Historia y Método (Una introducción). La Habana, Ciencias Sociales, 2004; Aproximaciones al marxismo. Una introducción posible. México, Ocean Sur, 2008 y Marxismo para principiantes. Buenos Aires, Era Naciente, 2005. En estos últimos dos textos nos valemos de la investigación de Mehring pero acompañada de otras más recientes, publicadas incluso después del asesinato del Che (incorporamos la lista de biografías al final de ambos libros). De todas formas, la de Mehring sigue siendo la mejor escrita, junto con las conferencias de David Riazanov. No es seguro que el Che haya podido consultar estas últimas. El Che no aclara qué edición de Mehring utilizó. En nuestro país la primera edición corresponde probablemente a Buenos Aires, editorial Claridad, 1933. Hay muchas ediciones posteriores, cubanas, españolas y mexicanas. La última se reeditó en Cuba: La Habana, Ciencias Sociales, 2002.

(3) Para tener un panorama del programa de lecturas sistemáticas que encaró el Che en sus seminarios de formación política, véase la entrevista a Orlando Borrego: “Che Guevara lector de El Capital”. Incorporado en nuestro Che Guevara: El sujeto y el poder (Buenos Aires, Nuestra América, 2005. pp. 229-254. También puede consultarse en la página web: amauta.lahaine.org).

(4) Véase “Breve noticia sobre las ediciones de Marx y Engels”, en nuestro Aproximaciones al marxismo. Una introducción posible. Obra citada. pp.178-184.

(5) Véase Ernesto Che Guevara: “Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”. En Obras. Tomo II. La Habana, Casa de las Américas, 1970. p.252.

(6) Véase nuestro ensayo “El Che Guevara y la filosofía de la praxis”. En Che Guevara: El sujeto y el poder. Obra citada. pp. 20-50. También puede consultarse en la página web: amauta.lahaine.org


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