Ingrid Bentancourt: ¡No hubo tal rescate!

04.Jul.08    Apuntes para el debate
   

No hubo rescate militar de prisioneros, porque estaban a punto de ser entregados en el curso de un operativo civil y nadie de las FARC tenía órdenes de resistir. Hubo asalto militar de dos helicópteros piloteados por civiles desarmados, para atribuirse la victoria por la liberación de quienes de todas maneras iban a ser liberados


El régimen de Uribe es experto en las iniciativas espectaculares y los shows mediáticos. Y para eso cuenta con la nada despreciable ayuda de los poderosos medios de comunicación de EEUU y la oligarquía capitalista mundial.

El 1ro de julio del año en curso el periódico El País de España daba cuenta de que:

“Bogotá ha autorizado la reunión de dos negociadores europeos para discutir las condiciones para futuros encuentros para discutir el futuro de los secuestrados por las FARC, según han informado los medios colombianos. El antiguo cónsul francés en Bogotá, Noél Sáenz y el diplomático suizo Jean-Pierre Gontard partieron a comienzos del pasado fin de semana hacia un punto de encuentro en las montañas que el gobierno no ha facilitado y podrían haberse reunido ya con miembros del secretariado de la guerrilla, el principal órgano directivo, e incluso con el nuevo líder de las FARC”

La Agencia Popular de Noticias de Venezuela precisó a su vez el pasado 2 de julio lo siguiente:

“Cuando las Farc, en coordinación con emisarios de los gobiernos de Francia y Suiza, desarrollaban el traslado de los 15 retenidos en dos helicópteros, funcionarios del Ejército colombiano ya habían detectado y ocupado las aeronaves previamente”

“Aunque el gobierno de Colombia anunció la operación como un rescate militar por parte del Ejército colombiano, según la televisión francesa, la liberación de Ingrid Betancourt, junto con 10 militares colombianos, un policía y los tres mercenarios militares estadounidenses, habría sido producto del desvío del helicóptero donde las Farc trasladaban a los 15 retenidos a un punto donde, supuestamente, serían entregados a Alfonso Cano, quien estaba negociando con una delegación francesa y suiza su liberación.”

Esta claro: FARC convino en liberar a esos retenidos (as) para ser entregados a la referida delegación franco-suiza, que actuó a nombre de los países europeos “Amigos de Colombia”, los cuales ya antes habían intervenido a favor del canje humanitario de prisioneros.

Recordamos que poco antes de ser bombardeado el campamento del comandante Raúl Reyes, éste estuvo dedicado a buscar la manera de liberar a Ingrid Betancourt y con esos fines tuvo contactos directos con el gobierno del Ecuador y de Francia.

Entonces Uribe y sus jefes militares, con la complicidad y la tecnología del Pentágono y la ayuda de dos generales ecuatorianos vinculados a la CIA, planearon y ejecutaron la “operación quirúrgica” que exterminó el campamento del comandante Reyes.

Así, violentando la soberanía territorial del Ecuador y provocando un genocidio- completado con el remate a tiros y palos de los sobrevivientes- se impidió entonces la liberación de Ingrid Betancourt.

Ya antes, al inicio de este milenio, inmediatamente después de la captura por las FARC de esta ex-candidata presidencial colombiana, el autor de este artículo participó en gestiones por su libertad y también entonces el señor Álvaro Uribe interpuso una operación militar para bloquear ese paso, cuando estaba a punto de concretarse.

Robo de la iniciativa a las FARC

Ahora las circunstancias son distintas y Uribe y su régimen narco-para-terrorista decidieron actuar de otra manera.

Como no podían negarse al pedido del diplomático francés Noel Sáez y del suizo Jean Pierre Gontard, aceptaron sus gestiones y autorizaron sus esfuerzos para entrar en contacto con el Secretariado de las FARC e incluso lo informaron nacional e internacionalmente desde el palacio presidencial.

Las FARC aceptaron de buena gana la propuesta franco-suiza y se dispusieron a trabajar en esa dirección. Esos quince rehenes estaban distribuidos en tres puntos diferentes y distantes, y por esa razón dispusieron juntarlos en un punto común de la selva colombiana.

Previamente se concertó un operativo civil, en helicópteros civiles, para hacer los traslados y proceder a organizar la ceremonia de entrega de los(as) prisioneros(as), en la cual al parecer participaría la dirección de las FARC y la delegación extranjera.

Todo estaba convenido y los helicópteros civiles avanzaron en las direcciones previstas, solo que ni las FARC ni los representantes de Francia y de Suiza contaron con la astucia inescrupulosa de Uribe; pese a ser bien conocida y requete-comprobada. Quizás pensaron –y pensaron mal- que Uribe no se atrevería a tanto.

Pero ni Uribe, ni la CIA, ni el Pentágono, iban a permitir que las FARC se anotaran ese tanto; menos aun si resultaba relativamente fácil impedirlo, volteando en ese punto la tortilla a su favor.

Buenos tramposos, magníficos truhanes, expertos estafadores… se las ingeniaron para “intervenir” los vuelos de los helicópteros civiles, antes de llegar al punto donde se encontraban los(as) prisioneros.

Tomaron militarmente las dos naves, disfrazaron de civiles a los militares y procedieron a engañar a los encargados de reunirlos en su plan humanitario.

Jugada relativamente fácil, que evidentemente no necesitó de ninguna labor de infiltración previa en los grupos de custodias farianos, por más que insistan los uribistas en tratar de convertir esa mentira en verdad, para presentar unas FARC en supuesta y falsa desbandada.

Necesitó simplemente conocer los helicópteros contratados en Bogotá por los negociadores extranjeros, precisar sus emplazamientos y posibles trayectorias a través de un seguimiento adecuado.

El propósito no podía ser tumbarlos, ni tampoco realizar otra acción de exterminio como aquella realizada contra Raúl Reyes en la frontera con el Ecuador.

Después de aceptar la gestión europea y de propagarla, Uribe y sus colaboradores no podían actuar de esa manera criminal –muy propia de su catadura- sin pagar un enorme costo político.

La meta fundamental era impedir que las FARC plasmara el gesto que aprobó. Impedir la entrega formal de los retenidos a los intermediarios europeos y capturarlos por sorpresa para robarse el show.

Estos tipos no solo son ladrones de pesos, dólares y propiedades. Roban también iniciativa y cuentan con un poderoso coro mediático que propaga su maniobra como una gran hazaña.

No hubo rescate militar de prisioneros, porque los(as) retenidos estaban a punto de ser entregados en el curso de un operativo civil y nadie de las FARC tenía órdenes de resistir y poner en riesgo la vida de esas personas.

Hubo asalto militar de dos helicópteros piloteados por civiles desarmados, para entonces atribuirse la victoria por la liberación de quienes de todas maneras –y sin el riesgo de choque que implicaba ese operativo sorpresa- iban a ser liberados.

Uribe y el alto mando militar colombiano interceptaron el proceso y desviaron el curso a su favor. Todo –repito- para robarle la iniciativa a las FARC y alzarse con el show.

Nada que felicitar en la conducta de Uribe

Eso no merece felicitación alguna a Uribe y los suyos desde una postura francamente revolucionaria o sencillamente progresista y honesta.

Tampoco demuestra la caducidad de la lucha armada como proclaman otros(as) que probablemente tendrán que recurrir a ella si las cosas siguen como van, si la “madre de todas las crisis” despliega su poder de arrastre, si la IV Flota de la Armada USA sigue en su agitado curso, si la base de Manta es trasladada a la Guajira colombiana (próxima a la frontera con Venezuela), si la “guerra climática” del Pentágono sigue ejecutándose, si el separatismo de factura imperialista persiste en fracturar Bolivia (primero) y Ecuador y Venezuela (después), si los paramilitares colombianos continúan su labor desestabilizadora en Ecuador y Venezuela, y si nuestros pueblos se ven obligados a desenvainar la espada de Bolívar.

Quienes elogian a Uribe y concilian con él desde procesos diferentes y contrapuestos al engendro que él presenta, quienes lo consideran su hermano y los que guardan silencio frente a los planes tenebrosos de ese señor y de sus poderosos padrinos del Norte (ahora más revuelto y más brutal), en verdad-verdad afilan cuchillo para sus gargantas: le están dando oxígeno a una especie de sub-imperialismo perverso, instrumento de los halcones de Washington.

Uribe es un criminal y no porque justamente le dijera en estos días el comandante Daniel Ortega, sino porque realmente mata a granel, dentro y fuera de sus fronteras. Cuenta con muchos sicarios y con un tutor feroz y voraz con sede en la Casa Blanca. No es casualidad el amor que le profesan Bush y McCain.

Al que no le cuadra ni un pelito elogiarlo es al comandante Chávez, menos aun después que el líder de la revolución bolivariana le dijera hace poco tantas verdades merecidas: mentiroso, asesino, genocida, peón del imperialismo…

Por eso cuando leo estas innecesarias felicitaciones y observo de su parte un inesperado espíritu de cooperación con Uribe, producto a mi entender de la razón de Estado, de la diplomacia mal entendida y de maniobras tácticas inconsistentes, se me desgarra el corazón.

No comandante, lo queremos muchísimo. Valoramos como el que más el proceso antiimperialista y pro-socialista que usted ha catalizado en Venezuela y en nuestra América. Pero así no.

Y en verdad no quiero pensar que en y desde Venezuela se esté comenzando a dar marcha atrás, sino que sencillamente se ha incurrido en un mal cálculo y en un error superable. Esa mi esperanza actual.