Cátedra Che Guevara - Colectivo AMAUTA

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El Legado del Che en Bolivia

Noel Perez (integrante de Cátedra Che - Colectivo Amauta) :: 16.10.07

Este es un relato que tiene lugar en Colquiri que es un campamento minero, de la COMIBOL (Corporación Minera de Bolivia, empresa estatal). No puedo precisar la fecha exacta de este suceso que voy a relatar y del que fui testigo, porque era un niño cuando sucedió, pero estoy seguro que fue un poco antes o después de que se conociera que un grupo de jóvenes revolucionarios bolivianos e internacionalistas del Perú, Chile y Argentina se internara en Teoponte, honrando la proclama “Volveremos a las montañas” redactada por el mítico Inti Peredo sobreviviente de la guerrilla del Che.

Este es un relato que tiene lugar en Colquiri que es un campamento minero, de la COMIBOL (Corporación Minera de Bolivia, empresa estatal). Colquiri es una palabra aymara que significa mesa de plata, supongo es, porque se explotaba plata desde lejanos tiempos coloniales.

No puedo precisar la fecha exacta de este suceso que voy a relatar y del que fui testigo, porque era un niño cuando sucedió, pero estoy seguro que fue un poco antes o después de que se conociera que un grupo de jóvenes revolucionarios bolivianos e internacionalistas del Perú, Chile y Argentina se internara en Teoponte, honrando la proclama “Volveremos a las montañas” redactada por el mítico Inti Peredo sobreviviente de la guerrilla del Che. El Inti fue el segundo hombre, al mando, de la columna guerrilla de nuestro héroe revolucionario que, como se sabe, fue asesinado en la higuera por militares bolivianos, el Inti también será victimado por la dictadura poco antes de los sucesos de Teoponte.

Fue una mañana, de un día soleado, en que me encaminaba a cumplir un mandado de mis padres. Iba caminando por un camino carretero que estaba flanqueado por las filas de viviendas encolumnadas de manera horizontal. De pronto, escucho un fuerte explosión. Sorprendido me dirijo, al igual que otras personas, hacia el lugar de donde provino el estruendo, uno de los callejones del campamento, y me encuentro con la siguiente escena: un hombre joven de rasgos indígenas profería gritos angustiosos de dolor y mostraba un muñón sangrante, y en las paredes del estrecho pasaje, manchas y pedazos de carne sanguinolentos. Nunca olvidé esta escena ni el rostro de este joven.

Fue el comentario general en el campamento. Se decía que era un militante del ELN
(El ejército de liberación nacional que fundara el Che), que habían encontrado en la vivienda del joven: mochilas con dinero, armas, documentos, panfletos, libros, etcétera. Los rumores que se esparcían iban amplificando y seguramente distorsionado los verdaderos hechos. Lo que se sabe, a ciencia cierta, es que el accidente ocurrió por un descuido al estar soldando granadas caseras.

No supe más de él en la decena de años siguientes. Transcurría el mes de Julio de 1980 cuando el día 17 estalla un brutal golpe de Estado a la cabeza del Gral. García Meza, un militar que comparado con Melgarejo, a quién Neruda llamó “bestia borracha”, hacía parecer, a este último, un déspota ilustrado. Actualmente Meza se encuentra purgando en la cárcel una condena por sus crímenes, aunque sabemos por informaciones de la prensa que, gracias a nuestra justicia, goza de permanentes salidas “médicas”, y últimamente, hasta de disfrutar cenas en restaurantes lujosos y conocidos, gracias a nuestros honrados jueces. Nuestra “justicia”… siempre tan benevolente con los poderosos e impiadosa con los pobres y los luchadores sociales.

Una vez más nuestro campamento movilizado para resistir al golpe, los campamentos mineros de la COMIBOL convertidos en bastiones inexpugnables por semanas ante los permanente ataques de los golpistas para imponer en ellos la “paz” y el “orden” del nuevo régimen. Nuestro campamento fue bombardeado por la Fuerza Aérea intentando acallar, infructuosamente, nuestra emisora radial que hace honor a su nombre: Radio Vanguardia. Fueron días memorables de confraternidad en la resistencia común de obreros y campesinos, que era un hecho inédito en la historia de las luchas sociales de Bolivia, el slogan “pacto obrero-campesino” se hacía realidad. En el transcurso de esos días fuimos testigos del intento de instalar un gobierno desde la resistencia, a la cabeza del dirigente campesino Demetrio Barrientos. Es en medio de estos acontecimientos, en el fragor de las asambleas, de la organización de los piquetes de vigilancia, las guardias, las veladas y hasta los intentos de atacar a una pequeña guarnición militar instalada en un población rural, a poca distancia de la tranca Kaca Puncu (puerta de piedra), un reten a cargo de un sereno (especie de vigilante) que esta encargado de resguardar y controlar todos los bienes de la empresa y que marcaba el límite del territorio minero, es que volví a ver a nuestro joven militante del ELN que se voló la mano accidentalmente. Estaba ya convertido en un hombre maduro, ataviado con un poncho rojo. Lo reconocí porque su rostro no se me borró de la memoria y además, por que bajo el poncho al final de un brazo, vi un muñón. Llevaba en un hombro, un viejo fúsil Máuser.

En la madrugada del 2 de Agosto comenzará el final del capítulo de la resistencia minera al golpe militar de 1980. Primero, Colquiri, luego Caracoles y Viloco (otros distritos en el departamento de la Paz) serán víctimas de impresionantes y sangrientas ocupaciones militares (1). En esas tempranas horas, una asamblea en el paraninfo de la radio se discutía aún si se ofrecía resistencia o no al avance de una columna militar, que nos enteramos avanzaba sobre el distrito. Era inútil cualquier resistencia ante la enorme superioridad militar frente a una masa de obreros armados solamente con dinamitas y unos cuantos viejos fúsiles Máuser -recuerdos de aquellos gloriosos días de las milicias obreras y campesinas.

En horas de la mañana, veremos avanzar la columna militar, a la cabeza de un tanque de asalto donde iba montada una ametralladora punto 50, le seguían una treintena de caimanes militares repletos de soldados del regimiento Camacho de Oruro y cerrando la columna algunas camionetas que transportaban paramilitares -esos discípulos de Klaus Barbie y el Coronel Luis Arce Gómez, el sanguinario ministro del interior del gobierno golpista. La columna avanzó hasta ocupar Incalacaya, patio del Inca, la plaza del campamento, donde estaban ubicadas las oficinas administrativas y los talleres principales de la mina. Ante los gritos indignados, de rechazo a la ocupación y protesta ante las agresiones a trabajadores que osaron acercarse a los militares, que salían de los cerros circundantes, donde la población observaba los acontecimientos y se ubican las viviendas obreras, al respuesta fue brutal, el ametrallamiento para acallar toda protesta. Fueron victimados dos anónimos trabajadores, dos víctimas más que se sumarán a las decenas de muertos y desaparecidos de la dictadura.

Un film dirigido por el celebrado director de cine, Jorge Sanjinez, que lleva por titulo “Las banderas del amanecer” da cuenta de estas jornadas en Bolivia. En una de las escenas -una imagen que impresionó mis retinas- ¡era él! El manco del fúsil Máuser, con el fúsil empuñado en alto que resaltaba su atavío indígena de poncho y chulu (el gorro indígena), impresionante imagen mezclada con muchedumbres de mineros reunidos en asambleas, que el director de las Banderas del Amanecer había inmortalizado.

Pasarán muchos años y solo hace poco, de manera casual, curioseando en las fotografías de un amigo sindicalista, veo una de las tantas marchas de protesta de la COB (Central Obrera Boliviana), una de ellas correspondía a cocaleros de los yungas y a la cabeza de la columna, entre otros, estaba ¡otra vez él! nuestro manco.

¿Qué me motivó armar este mosaico de recuerdos? Esta evocación que merece atención internacional: 40 años del asesinato del che en la Higuera, que, como siempre, desata escaramuzas en la guerra de ideas contra aquellos que aspiran a trivializar su legado histórico. El recurrente intento de un nuevo asesinato simbólico de su figura. Entre otras muchas, se repite benevolentemente, ya que no se lo puede ignorar con indiferencia: el Che no tuvo vigencia en Bolivia, no entendió el problema campesino indígena y ellos, los campesinos bolivianos, sencillamente, no se dieron por enterados de su existencia.

Dejemos esas disquisiciones para el solaz de intelectuales que se describen a sí mismos en el título del libro: Manuel del Perfecto Idiota latinoamericano.

En la densidad de este tiempo nuevo que vive Bolivia, se puede responder, con convicción, hasta dónde es falaz seguir sosteniendo que la guerrilla del Che fue solo un episodio marginal en la lucha de clases de Bolivia. No solo hoy, porque un presidente indígena tenga un retrato del Che dibujado con hojas de coca en su despacho o, que la imagen del Che acompañe al recuerdo de Tupac Katari, Zarate Villca o un Marcelo Quiroga Santa Cruz en las marchas, reuniones y cuanta concentración política aglutine a los movimientos sociales y los trabajadores bolivianos. Sino, y fundamentalmente, porque sencillos hombres, de origen campesino indígena, como el manco del fusil Máuser, resumen en su historia personal el legado del Che, los Katari y todos los mártires por la liberación nacional y social de nuestros pueblos originarios y trabajadores.

Evocando, también, a estos sencillos hombres como Evangelino (2), ese es el nombre del personaje de nuestro relato, que con su lucha cotidiana y permanente, acudiendo a métodos de luchas que correspondan a las circunstancias históricas en Bolivia y en cualquier confín de la patria grande latino americana, rendimos homenaje al guerrillero heroico, de la mejor manera que se le puede hacer, con la lucha permanente e inclaudicable de su pueblo.

El autor de este escrito, Noel Pérez, integrante del «Colectivo Amauta – Cátedra Che Guevara», es boliviano de origen minero.

NOTAS:

(1) “ Caracoles, es donde la represión fue más brutal y despiadada. Tomaron presos a muchos dirigentes y trabajadores, a quiénes les sometieron a diversas torturas, al extremo de tenerles plantados desnudos a la orilla del Lago, que está a mas de 4.600 mts. de altura del NM., razón por la que llegaban familias integras a la población civil de Colquiri que esta situada a unos tres a cuatro Kms. del Campamento Minero de Colquiri. Una vez confirmado que el ejército iba a tomar todo el campamento, los dirigentes y trabajadores, en Asamblea decidieron en primer lugar poner a buen recaudo los equipos de la Radio emisora, documentos y bienes del Sindicato. Asimismo, se determinó que los dirigentes debían procurar salir del Distrito y evitar el que se tomaran más presos. Empero se negaron a abandonar a las bases, mas al contrario decidieron internarse al interior mina y dirigir desde el nivel Sanjuanillo, la resistencia, además ratificar la Huelga Indefinida. La toma del distrito minero Colquiri, fue con un despliegue de fuerzas del ejército por las serranías de San Antonio de Cala Calita y las serranías del Ingenio, o sea el Dique, el comando se establecío en las dependencias del “Tennis Club” de empleados., como el alojamiento de los oficiales y para la tropa el Colegio Industrial Aniceto Arce, el local del Club Miners, Durante la Permanencia del Ejército en el Distrito ha sido muy traumático por los abusos y violencia ejercida se llego al extremo de obligarles a tragar dinanita, que encontraban en el poder de algún trabajador, además les cortaron el suministro de Pulperia, que consiste en los artículos de primera necesidad.” ( fragmento del relato de un testigo [un dirigente minero de su sindicato y de la federación nacional de mineros] que vivió los acontecimientos que contamos).

(2) Evangelino Patzi, es oriundo de la Comunidad de Vilaque Pueblo de Colquiri, nacido en la comunidad de Vilaque, Canton de la Cuarta Sección Municipal de la provincia Inquisivi del Departamento de La Paz, Hijo de Dn. Gregorio Patzi Huallpa y Tomasa Condo (fallecida). Ha cursado Estudios de Primaria en la Escuela del Pueblo “Franz Tamayo” . Estos datos también nos fueron suministrados por el testigo de estos acontecimientos, que además conoció personalmente a nuestro personaje.


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